jueves, 17 de mayo de 2012

Capítulo quinto: Desvanecimiento.


¿Qué distinguía esta vez de las tantas otras? Era un sitio público. Había poca gente, pero dos de las tres personas que allí se encontraban le conocía. La imagen que se formaba en su cerebro se iba desvaneciendo poco a poco, adquiriendo unas tonalidades moradas, verdosas y sobre todo, negras.
En el momento siguiente sentía cómo recibía sendas cachetadas en su cara. Abrió los ojos y en su cerebro se formó una imagen a contraluz. Justo la persona que mejor le conocía no estaba allí. “Ayúdame a tumbarla sobre la camilla”. La imagen se volvió a tornar oscura, pero sus ojos estaban más abiertos que de costumbre.
Su verdad había sido descubierta, era lo único que pensaba. Frente a ella tenía su verdad. Ese chico por el cual se preocupó días antes. Aquel con el que se sintió identificada ya que su realidad reflejaba su propia mentira. Ya no valía un “estoy bien”. Por mucho que se mintieran, en su cabeza todo estaba más que claro. Le agobiaba esa situación.
Pos suerte no volvió a verle, y pretendía que siguiera así. Recordó una simple imagen de su película favorita. Otra más con la que podía explicar su realidad. “La mentira de Marla reflejaba la mía”. Para el protagonista, aquella chica tan solo era una farsante, una chupa sangre, un parásito. La insultaba y despreciaba sin tener conciencia de que esa persona funcionaba como un espejo devolviéndole todos sus insultos.


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