miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo trigésimo noveno: La decadencia del hombre.


Nota: acabo de darme cuenta que el jueves pasado no actualicé el blog, así que hoy les traigo un capítulo nuevo.
            Veronika se situaba en la cocina, tomando a sorbos, como de costumbre, su café de la tarde, su mayor adicción. Veía, o hacía como que veía, un programa en la tele, sin prestar mucha atención a lo que decían o a las imágenes en sí, cuando se dio cuenta de algo llamativo: parte de la imagen estaba borrosa. Se había establecido una ley que censuraba el uso de tabaco en televisión, y como consecuencia, su humo también. Gracias a esa ley, tres cuartas partes de la imagen de ese instante no se veían con claridad.
            Y se paró a pensar ¿esto es serio? Censuran a alguien fumando un cigarrillo, pero no se censuran las canciones en las que se hablan de los porros que uno se fuma. Censuran las imágenes de unos pechos pero no censuran aquellas en las que la cámara enfoca al tanga de un mujer que en ese momento adopta una pose… un tanto forzada. Censuran vídeos en los que la gente sale follando, y sí, ¡HE DICHO FOLLAR! Pero no se censuran aquellos en los que la gente se droga y se suicidan.
            Puede que no sea bueno, pero siempre he considerado que tanto un hombre como una mujer pueden resultar muy llamativos si tienen un cigarro en la mano. Y sí, he fumado y lo he dejado. Y estoy orgullosa de haberlo hecho, y no me arrepiento de haber fumado, pues es algo que me gustaba y que realmente, en determinados momentos, me ha inspirado y me ha tranquilizado.
            Pero ese no es el caso en este momento.
             Me encanta esa expresión tan bonita de la que se habla mucho en esta época, sí, sí, esa que dice “libertad de expresión”. No sé quién fue el primero en decirla, pero estoy muy segura de que si le hubiera añadido la segunda parte a la frase, no se hubiera hecho tan famosa: “libertad de expresión, pero con consecuencias”.
            La crisis no es cosa de ahora, la crisis empezó en el momento en el que la avaricia enseñó al hombre a decir “esto es mío”. Y gracias a esa crisis, muchos de los hombres que se encuentran en el poder se sienten con la libertad de cohibir a otros. Ya lo decían en la película “Radio Encubierta”: nos hemos exiliado para no ir en contra de la ley del país, pero si hacemos algo que no les guste, el gobierno buscará cualquier forma de hacernos callar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario