jueves, 7 de febrero de 2013

Capítulo cuadragésimo segundo: hay que aprender a diferenciar.


En la vida, se pueden distinguir dos tipos de relaciones: las relaciones adolescentes y las relaciones adultas. Aunque no lo parezca, la edad es un factor que no influye directamente; sino la madurez personal. No por ser mayor o menor en edad se es más o menos maduro.
Ahora bien, una relación adolescente es aquella en la que se tienen grandes sueños, grandes esperanzas e ilusiones. Quieres que esa persona sea la más importante en tu vida y que tú lo seas también en la suya.
En una relación adulta se empieza con temor, con un paso más lento. Pues esa persona significa para ti mucho más de lo que puedas imaginar y el miedo a perderla es inmenso. Uno se siente torpe, como si fuera la primera vez que hace las cosas que en realidad ya ha hecho numerosas veces antes. Pero aún así, todas estas “primeras veces” se hacen especiales e irrepetibles.
A medida que se avanza en una relación adolescente, empiezan las peleas por cosas absurdas, lo que desemboca en el pensamiento de ambas partes de que “no tiene la personalidad que se espera”. Uno se queda callado pensando que lo que hace es “ceder”, cuando en realidad lo que hace es ocultar lo que piensa a la persona que se supone que más quiere. Esas pequeñas cosas empiezan a crisparte y decides contárselo a alguien cercano que pueda darte consejo y ayudar a desahogarte. Después de eso empezarán las peleas.
En la relación adulta, la pareja es la persona en la que más confías y su hay algo que ves mal, pretendes decírselo lo antes posible, sin hablar antes con nadie. Por lo normal, son cosas importantes pues se sabe que toda persona tiene sus defectos pero que has decidido aceptar a esa persona con sus pros y sus contras. Sin embargo, poco a poco esas diferencias son las que te hacen pensar “si no fuera así, no creo que le quisiera”.
Los “adolescentes”, antes de pelear, intentan aliarse con alguien externo que salga en su defensa. Muchas veces es esa tercera persona la que se lleva las culpas de todo aún no teniéndolas, pues llegados a ese punto, los novios piensan que si están saliendo con esa persona, es por algo; mientras que la otra persona no resulta de importancia y es preferible achacarle todos los problemas a ella. Pero tarde o temprano, los problemas resurgirán, pues no se llegan a resolver.
Las peleas de una relación adulta se llevan en el ambiente más tranquilo posible, lo cual no quiere decir que no se puedan tener “arrebatos adolescentes”, esto es algo interno de la persona, de cómo es cada uno y de cómo actúe en pareja. Toda persona es humana y puede equivocarse, puede acelerarse y calentarse en momentos determinados. Eso sí, sus problemas son sus problemas, saben que una pareja es de dos miembros y ya está. Por mucho que existan temas que den mayor o menor vergüenza, esto no los convierte en temas tabú.
El sexo es un tema trivial entre los adolescentes. Han de amoldarse a la pareja, pero por una razón una u otra de las dos partes, sino es de las dos, sale desencantada. Piensan que es una forma muy importante de demostrar su amor, por lo que, en cuanto tienen la oportunidad, no la desperdician.
Los adultos tienen relaciones, se amoldan el uno al otro, intentan hacer disfrutar el uno al otro y no se dejan llevar por los pensamientos de los demás, pues es el acto más íntimo de la pareja y nadie debe enterarse de ello. Es algo que pertenece a ambos.
En fechas señaladas, aniversarios, Navidades, cumpleaños, etc. Las parejas adolescentes quieren grandes regalos por parte de la otra persona. El móvil último modelo, un spa, un viaje… algo que no pueden recibir en circunstancias normales. Muchas veces se desilusionan y se enfadan por no tener lo que esperan.
Los adultos planean una tarde juntos, o se llaman durante un tiempo si están ocupados. Van al cine, o a esa heladería que tanto les gusta, dan un paseo… da igual lo que hagan pues la mayor ilusión es estar juntos. En el caso de los regalos materiales, claro que puede haberlos, a nadie le amarga un dulce. Pero estos objetos se cargan de sentimentalismo, nada tiene que ver con el precio. En muchas ocasiones, ese regalo es algo asequible para la otra persona, pero es el hecho de haberse acordado, el conocer a esa persona tan bien, lo que hace que ese regalo material sea tan importante.
Por norma general, pocas son las relaciones adolescentes que salen hacia delante, mientras que son pocas las relaciones adultas las que no funcionan.
♥~

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