jueves, 17 de enero de 2013

Capítulo cuadragésimo: La decadencia del hombre II


            Definitivamente, había conseguido captar la idea. Que simpatizara más o menos con ella, es ya otra cosa. Nunca, jamás de los jamases, seas amistoso con una persona, a no ser que vivas en Estados Unidos y en ese momento estén grabando una película en el lugar en el que te encuentras.
            Veronika y Luz tenían clase de documentación en una de las aulas de informática. En el ordenador que iban a utilizar, comprobaron que una compañera de otro curso dejó una de sus redes sociales abierta. A modo de broma, escribieron desde él para avisarle que se dejó la sesión abierta y que no iban a ser malas ni publicar nada que pudiera ofenderle. Postearon una foro modificada con un efecto de distorsión y firmaron diciendo que habían sido ellas para que viera que no iba a malas.
            Primer consejo: si una persona escribe su nombre con faltas de ortografía e intercalando las mayúsculas con las minúsculas, sin ser este una adaptación de otro idioma, no aceptará bromas, pues por lo normal esa persona se encontrará, sino en ella, en una posición cercana al grupo de los canis, esas personas con un gusto peculiar a la hora de vestir, que no aceptan a nadie de otro grupo, ni si quiera a muchos de su misma corriente.
            La chica se rió. Pero no de la broma, no con ellas, sino de ellas. Y más tarde les ofendió. Veronika contestó que no le parecía bien la forma en la que les había tratado, que por culpa de su despiste podría haber sufrido algo peor y que si se había sentido ofendida, que lo sentía.
            Segundo consejo: si te topas con una persona con las características que se describen en el primer consejo, nunca le pidas disculpas por lo que has hecho. Pues ellos siempre se encuentran en una posición muy altiva y lo único que puedes conseguir pidiendo perdón, es potenciar su ego.
            Esta persona volvió a reírse.
            Tercer consejo: nunca intentes ser amistoso con un desconocido. En ocasiones se puede ser amable: dar paso a alguien, sujetar una puerta… pero ya está. Nunca ayudes a una abuelita a cruzar la calle. Nunca ayudes a alguien a transportar las bolsas de la compra, aunque sea hasta un carrito. Nunca, nunca sonrías a un desconocido. Nunca les gastes bromas. Nunca hables cerca de de ellos a no ser que sea una conversación circunstancial. Nunca pretendas trabar una amistad o incluso un trato de conocidos con nadie a no ser que tenga, como mínimo, una relación de amistad con un primo, un vecino, un amigo o cualquiera de tus padres.
            Pues el hombre no solo es avaricioso, también es egocéntrico y egoísta. Busca su superación por medio de bajezas que impliquen perjudicar a otro.
            Por eso hay competencia. Por eso la gente no trabaja unida, en equipo. Por eso no se puede pedir que desde el gobierno, los mandamases intenten ayudar al pueblo. Pues ellos son las personas que más ego y poder tienen, una combinación demasiado peligrosa.

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