jueves, 9 de agosto de 2012

Capítulo décimo séptimo: Carta a Marina.


Se podría decir que ni si quiera podría considerarse capítulo ya que, lo que escribió en esa carta es tan solo propiedad de sus recuerdos y de su destinataria.
            En realidad, Marina era una de las chicas con las que salía en la ciudad en la que residía. Durante el curso la veía los fines de semana. Entonces, ¿qué sentido tiene mandarle una carta?
            Hoy en día, con todos los avances tecnológicos que había y de entre las miles de posibilidades que existían, Veronika veía la carta como la más cercana, la que más sentimiento transmitía, la que más te ayudaba a abrirte al destinatario.
            La forma en la que se escribe, los colores que se usan, la forma en sí del papel… Eran detalles que a ella no se le pasaban por alto aunque quisiese. Y ya, fijándonos un poco más en el texto… Veronika siempre ha abierto su corazón a todo aquel que posteó. Porque una carta no es algo en lo cual puedes gastar un folio tan solo para decir “¿Qué tal?”. No. En las cartas te abres a las personas porque es algo que no mandas a cualquiera. No es un mensaje de texto de móvil, ni un e-mail, ni si quiera un mensaje privado de Facebook.
            Dependiendo de esa carta, puedes saber al cien por cien, qué intenciones tienes hacia el destinatario. Si le tratas como un igual, si te preocupas por esa persona, si es alguien cercano a ti o si quieres que lo sea…
            Veronika hacía tiempo que no escribía cartas, pero definitivamente, se alegraba de haberlo vuelto a hacer.

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