jueves, 30 de agosto de 2012

Capítulo Vigésimo: Las historias de Veronika, “Algo que no debería dejar para más tarde”. Introducción.



Bueno, quizá sí lo deje para más tarde. Era lo único que pensaba sobre el cuaderno de orgánica que tendría que entregar al final de la semana. El cuaderno, el informe, el examen… Mi cabeza no daba abasto hoy. Solo podía pensar en una cosa: meter a alguien en mi cama en ese mismo instante.
Por suerte o por desgracia, mi cabeza siempre ha sufrido trastornos extraños que me dicen que haga algo y a la vez no, pero sí. Algo raro. Algo… bueno, en definitiva, Yo. Pero no siempre fue así… ¿o sí? En fin, qué comienzo más extraño. Lo único que tenía claro era que la pila de papeles de encima de mi escritorio se iban a quedar allí al menos por un día más.
-          Chica, yo me voy a la cama. Despiértame para ir mañana a primera.
-          Vale. Que descanses Marc.
Marc, mi hermano mayor. Parecía mentira que tuviera que despertarle todos los días para ir a la facultad. Seguramente no le apeteciera ir a primera, y se quedara en la cama. Yo no podía, no, no debía volver a faltar a primera.
No es que me guste. No es que sea algo de lo cual quiero vivir. Pero es lo que toca. Mis padres me han dado su voto de confianza, a pesar de haber suspendido cuatro de cinco el primer cuatrimestre. ¡Vivan los comienzos estrepitosos!
¿Hola? ¿Vida? ¿Me puedes dar una señal y decirme qué hacer ahora?
Solo pensaba en la proposición de Lucas. En el día de antes. Y en las ganas que tenía de… Enferma, eso es lo que me pasa.  Sabía que debía darle mi tiempo. Jugar al juego de la seducción y esas cosas que siempre se me han dado tan mal. Que debía aguantar la mirada a pesar de que nunca lo conseguí. 
Zas, zas, zas… Veía cómo mi pelo caía. Arreglaba las zonas en mal estado y las que me apetecía cambiar. Me sonreí. No era la misma. Sí, cuando me aburro, o tengo algo en lo que pensar, recurro a lo más fácil: eludir el tema.
23 de Julio de 2003
-          ¿Hola?
-          Hola. ¿Qué tal?
-          Bien ¿y tú?
-          Bien
-          Por cierto, soy Lindsay.
-          Yo soy Amai, encantada.
Costaba. Tenerlo todo atado como lo tenía antes. Un año había pasado desde que comencé a caer cuesta abajo. O al menos, desde que me enteré que no tenía frenos.
1 de Julio de 2007
            La veía a lo lejos, entre asustada y cansada de lo que veía. Quería acabar con todo aquello, irse. Me separé de todo el grupo con el que me tocaría viajar.
-          Hola. ¿Vienes con nosotros?
-          Sí, creo.
-          Genial. Yo soy Amai.
Me limité a sonreír. Llevaba una rasta azul. Me encantaba ese color.  Hablamos durante un tiempo. Se llamaba Sira. Sentí que la conocía de toda la vida. Nos unió la música. El hablar de un grupo. El sentir la necesidad de salir de este país. De pisar Inglaterra.
Algo nos unió.
Y es por ella por quién escribo esto. Lo sabes Sira. 

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